5 de junio de 2011

La última de X-Men, de primera clase

Lo primero aclarar que soy una fan de las películas de superhéroes, así que este post no será excesivamente crítico ni objetivo. La última secuela de X Men, la Primera Generación es una película de esa que se hacen cortas y que te deja con ganas de más.

En primer lugar, descubrir cómo el Profesor Xavier y Magneto, interpretados por James McAvoy y Michael Fassbender respectivamente, llegaron a ser lo que son es todo un acierto. Sin embargo muchas cosas se quedan en el tintero y creo que aún faltan por explicar aún algunas cosas sobre estos dos personajes tan enigmáticos.


Nada más empezar vemos a un pequeño Erik (Magneto) en un campo de concentración nazi, secuencia que ya hemos visto en la segunda parte de X Men. No obstante, en esta ocasión descubrimos cómo su demostración de poder frente a una verja le trae problemas y comienza a explicarse ese odio a los humanos.

En el otro lado de la cara, tenemos a Xavier. Un niño rico que no ha pasado por esas calamidades aunque sus padres no aparecen en ningún momento y poco se explica de ellos. Tal vez el director, Matthew Vaughn, no vio necesario ese detalle pero hubiese explicado mucho acerca de uno de los personajes principales de la saga.

Teniendo a estas dos partes en principio juntas y como buenos amigos, la narrativa pierde impulso hacia el final pues no se explica bien por qué algunos mutantes deciden ir del lado de Magneto y no de Xavier.

Lo mejor de la película es una escena en la que Magneto y Xavier buscan a otros mutantes para reclutarlos pues llegan a un bar donde se encuentra Lobezno y cuando se presentan, él sin mirarlos si quiera contesta: "me importa una mierda", muy en la línea de este personaje.

El resto de mutantes, exceptuando a Bestia y Mística, no sabemos bien qué sucede con ellos pues no salen en el resto de películas lo cual es una pena. Varios diálogos filosóficos que lo mismo se pueden aplicar a los mutantes que al hecho de lo que significa ser diferente y algunas escenas divertidas hacen más amena las casi dos horas que dura el filme.

Una de las escenas más terribles y siniestras ocurre cuando Erik acude a la sede de un banquero suizo siniestro, pidiendo un lugar para esconder su oro nazi y encontrar a un doctor nazi que influyó mucho y negativamente en la persona en la que se está convirtiendo. En ella Erik extrae un diente que tiene metal de relleno de la boca del banquero lo que recuerda bastante a la escena de Marathon Man (de John Schlesinger) por su justa medida del sadismo.

En resumen, para los seguidores de Marvel sin que sean muy puristas, esta película es para disfrutarla ya que no existe ningún cómic que cuente realmente todo esto y ha sido una gran labor la de buscar y explicar los orígenes de dos personajes esenciales, tanto del cómic como de las películas, aunque se queden un poco cortos.

Aquí dejo el tráiler de la película:


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