4 de diciembre de 2013

Salazar, cine de autor en estado puro


La última película de Ramón Salazar, 10.000 noches en ninguna parte, contradice su título y conduce al espectador a más de un lugar, algunos más sombríos que otros.

El director, tras su paso como guionista en las adaptaciones de las comerciales novelas de Federicco Moccia (Tres metros sobre el cielo y Tengo ganas de tí), ha conseguido después de tres años de trabajo que la valiente y soprendente película 10.000 noches en niguna parte vea por fin la luz.

Este filme, como bien indica Salazar, no es una película en la que a los 15 minutos ya podamos conocer al dedillo el argumento o la trama en sí, sino que "hay que dejarse llevar". Y, efectivamente, con la mente abierta y siguiendo ese consejo nos podemos ver envueltos en una trama donde nada es lo que parece y, sin embargo, todo acaba concurriendo con una lógica extraña pero que encaja a la perfección con su personaje principal interpretado por Andrés Gertrudix.

Además, la fotografía, con escenarios que saltan de Madrid a Berlín y de ahí a París, nos envuelve en la mágica poesía con la que Salazar plasma la vida del protagonista. Pero esta poesía no se queda en simples imágenes y diálogos, la música acompaña al sentimiento de manera inequivoca y nos ayuda a dentrarnos en la historia de tal manera que cuando los giros sútiles de la trama empiezan a darse, el espectador está ya envuelto en la burbuja de Salazar, de la que es imposible salir sin que a uno se le mueva algo por dentro y ya nada vuelve a ser lo mismo.

Cierto es, que aparte del mérito que tiene el filme como tal, también lo tiene todo su equipo que ahora recibe el resultado de tanto esfuerzo: tres años rodando para cuadrarlo con las agendas, la autofinanciación en estos tiempos de crisis y, sobre todo, exponerse y arriesgar  sin saber cuál sería el resultado.

Este sublime viaje interior es posible también gracias a magnificas interpretaciones como la de Lola Dueñas que nos ayuda a soñar y cuyo personaje es indispensable al igual que Nawja Nimri y Susi González.

Ciertamente, es muy difícil que una película tan atrevida, desgarradora, poética y que no deja indiferente a nadie, vaya a volver a darse en mucho, mucho tiempo no sólo de la mano de Salazar, sino de cualquier otro director de cine.

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